La luz natural es un elemento esencial en el diseño arquitectónico. Mejora el bienestar de las personas, reduce el consumo energético y resalta las cualidades estéticas de los espacios. Para maximizar su uso, se emplean técnicas como grandes ventanales, patios interiores y tragaluces.
Los arquitectos también utilizan materiales como cristales de alta eficiencia para permitir la entrada de luz sin comprometer el aislamiento térmico. En proyectos como el Museo del Louvre en Abu Dabi, la luz natural se integra de manera artística, creando juegos de sombras que enriquecen la experiencia del visitante. Este tipo de diseño no solo es funcional, sino también inspirador.
En espacios residenciales, la luz natural puede influir en el estado de ánimo, promoviendo una sensación de bienestar y relajación. Distribuir la luz uniformemente en las habitaciones es clave para evitar zonas oscuras o mal iluminadas. Las cortinas translúcidas y los espejos estratégicamente ubicados también pueden ayudar a maximizar el impacto de la luz natural en interiores.